Las primeras etiquetas autoadhesivas se utilizaban ya en el año 3.000 A.C. En esa época, los comerciantes fijaban hojas de papiro a sus puestos con cola de origen animal. Así que, podemos decir que aquí encontramos el origen de las etiquetas adhesivas.
Sin embargo, no será hasta el siglo XIX cuando este tipo de etiquetas experimente un cambio radical. El motivo: la creación de la goma. Se consiguió fabricar etiquetas con un soporte que se volvía pegajoso al humedecerlo. Es la misma técnica que se empleó para fabricar el sello postal. Nacía así una nueva generación de etiquetas.
El siguiente paso se produjo en 1930. En este año nació la etiqueta autoadhesiva. Es decir, una etiqueta que se corta y se pega sola, sin tener que humedecer el soporte. Su creador fue R. Stanton Avery.
Las aplicaciones de las etiquetas autoadhesivas han sido muchas desde entonces. Además del etiquetado de productos, se han utilizado como soporte para publicidad. También como elemento de comunicación y propaganda política. Incluso como elemento para coleccionistas.